José
Gregorio González Márquez
La
palabra es creación infinita. El escritor es un artífice de la grafía. Juega
con ella, la hace vida, constancia. Vive para refrendarla y convertirla en un
camino de esperanza, en un sendero donde la imaginación se vuelca para arropar
las vicisitudes de la existencia. El trabajo del escritor tiene mucho de
sagrado y profano; de alegría y tristeza; de amor e incertidumbre.
El texto se constituye en el instrumento mediato para llegar a los lectores. Cada uno de ellos lleva un mensaje que recala en los rincones del sentimiento lector. Quien se enfrenta a un texto por vez primera, abre las puertas a un universo que presagia momentos de alteridad, resolución de conflictos, cercanía a las emociones y el enfrentamiento a enigmas que se baten en los vientos de aventuras y dramas humanos.