David Figueroa Figueroa
“En fin, las palabras son el más divino, complicado
y genesiaco invento de los seres
humanos”
Ludovico Silva
Sobrada razón tiene este apreciado escritor; pues con
la palabra podemos nadar en cualquier mar, tanto de arena, de algodón, de viento,
de cristal y llegar a la fantasía en el potro de la realidad. Bien
transformamos los días en noches y las
noches en soles para que sus luces relumbren por todos los planetas.
Este introito es para darle cabida al nuevo libro del poeta, ensayista y narrador merideño José Gregorio González Márquez. Poemario que tiene como título Ronda del pan y del trigo, publicado por Ediciones Madriguera y que dirige Ennio Tucci. Es importante señalar que este escritor ha merecido varios galardones y entre sus libros publicados están: Alegoría del olvido, (1999); Mujer profana, 1995; Caballito de madera, 2000; En cualquier estación, 2006; La ranita amarilla, 2006; Rostros de la insidia, 2007; Rabipelao, 2007; Gajito de viento, 2017; Las gallinas van en tren, 2021 y otros textos más. Con este nuevo libro disfrutarán tanto los niños como los adultos pues se produce lo que afirma la estudiosa, Graciela Baquero en su texto, Juegos de sentido: “Lo poético a mi entender, es aquel estado que produce certeza a través de la emoción. Es fácil de reconocer, sucede en contadas ocasiones, cuando uno lee, escucha, ama, contempla, hace, en fin, vivencia algo que despierta en la persona una emoción primigenia y sorpresiva”.
Ahora vamos a leer algunos poemas del libro
mencionado, empezaré con, Pobrecito gato:
Esta es la historia
de un pobre gato
flaco tan flaco
como un garabato
grande tan grande
como un elefante
que dormía tanto
y parecía un espanto
que nunca maullaba
ni se enamoraba.
Pobrecito gato
su cuerpo y patas
rellenos estaban
de algodón y estacas.
Catorce versos tiene el texto, donde apreciamos
claramente algunas figuras retóricas como la hipérbole, también llamada
exageración, se une a ella el símil o comparación, si seguimos estudiando el
poema, observamos la metáfora, el diminutivo, lo real combinado con la fantasía
y la personificación. Indudablemente, es parte indisoluble del hecho creador,
del arte desde todos los ámbitos donde la mágica travesía recorra los senderos de
la misteriosa palabra hecha versos. La estudiosa Beatriz Mendoza Sagarzazu, nos
explica: “La poesía como la vida es un ser y como la felicidad
un estar, un estado de ánimo cautivo y comunicante, una gracia intemporal que
escapa y permanece en una red frágil pero firme y duradera”
Leamos ahora, Canción
de cuna de la chicharra:
Canta la chicharra
su canción de cuna
entre vuelos, miradas
y rayos de luna.
Duérmete mi niña
corazón de azahar
que la oscura noche
está por llegar.
Si duermes ahora
el frío se irá
a arropar las nubes
y ya no vendrá.
Duérmete mi niña
ojitos de mar
que las suaves olas
te van a arrullar.
Cuatro estrofas que conforman dieciséis versos, hacen
al texto una verdadera melodía parecida a una nana, donde la chicharra
personificada es la que lleva el estandarte. Todas las estrofas gozan de una
rima (b-c), siendo la versificación hexasílaba la que predomina. Vemos andar la
metáfora - Corazón de azahar- , - ojitos de mar - , también la hipérbole - arropar
las nubes- .
Todo poeta debe evitar la monotonía, más bien darle al
lector estímulos para que los libros sean mares estéticos, cosmos infinitos de
interpretaciones donde la palabra hecha estrella alumbre por doquier, no
significando esto que deba existir la perfección, que todo verso sea un poema.
Veamos el texto Mariposa:
Aleteo azul
entre las rosas
vibras al aire
vas presurosa
vuelas temprano
como una diosa
libas la miel
siempre deseosa.
Ocho versos pentasílabos, a pesar de ser un texto
breve, el poeta nos pinta un mundo donde bien están varias figuras literarias,
desde la metáfora, el símil, la hipérbole, paradoja y otros giros estilísticos.
Es una pintura de un lepidóptero que revuela entre las flores, transformado en
divinidad, con la personificación deja de ser un animal para dotarla de
algunos sentidos, tal como el del gusto,
pues la mariposa cata la miel.
Leamos, Rayo de
sol:
Viene montado
sobre un caracol
un rayo de luz
escapado del sol.
Terco jinetes
de fuego y calor
funde la brisa
calienta la flor.
¿Y al caracol
le quema su lomo
el rayo del sol?
Once versos conforman el poema, donde un fulgor
es transformado en caballista,
quiere decir que existe la
personificación, puesto que la palabra terco lo hace convertirse en humano, una
especie de ludismo, parte muy importante en la poesía, pero más si están
presentes los traviesos. La reconocida
escritora, Laura Antillano, nos esclarece: “Hay
que dejar que los niños disfruten las palabras y sus fuerzas secretas, dejarlos
y expresar lo que la lectura los hace pensar y sentir. Buscamos lo que le gusta
porque esta es su naturaleza: los juegos de palabras, la sonoridad cadenciosa que dice de sus ritmos interiores, los
paisajes de la naturaleza y sus secretos, lo sencillo que sorprende”
Claramente observamos, que la escritora tiene plena
conciencia de lo que significa dedicarse a la literatura, que la palabra
erguida no solamente es conocer la gramática, es valerse de la lectura y nacer
apto para tal o cual arte. Que los niños gozan de la narrativa y la poesía,
cuando logran en una forma u otra entenderlas y al mismo tiempo jugar con
ellas. Es ser juguetón y al mismo tiempo serio, tal como lo planteara Gianni
Rodari en su gramática de la fantasía.
Culmino con el poema, Ranita enamorada, donde el vate, en cuatro estrofas, nos da una
clase sobre la rima, la ley del acento final, y las figuras literarias. La
personificación sale al ruedo enseñando sus cualidades: - una rana con
pantuflas-, -la luna elegante-, - y una flor haciendo preguntas-. Es la palabra
haciendo el papel, no solamente de comunicante, si no también de un mundo lleno
de ludismo y fantasía. Leamos el texto:
En pantuflas y camisón
la rana sale al camino
parece que va dormida
soñando con su vecino.
Camina por las veredas
bajo la hilera de pinos
mientras la luna se asoma
con sus ropajes más finos.
¿A quién buscas ranita
con tus ojitos mohínos?
le pregunta la violeta
desde la sombra de un pino.
Busco al sapito saltón
que trabaja en el molino
me voy a casar con él
a compartir su destino.
Referencias bibliográficas
Antillano, L. (2017). Lucila Velásquez para niños y niñas. Caracas: Centro Nacional del
libro.
Baquero, G. (1997).
Juegos de Sentido. Madrid: Editorial Popular.
González Márquez, J. (2023). Ronda del pan y del trigo. Mérida: Ediciones Madriguera.
Mendoza Sagarzazu, B. (1983). La infancia en la poesía venezolana. Caracas: Editorial Arte.
Rodari, G. (2015). Gramática
de la fantasía. Caracas: Editorial Laboratorio Educativo.
Silva, L. (1979). Belleza
y Revolución. Valencia: Vadell Hermanos.
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