domingo, 6 de marzo de 2016

Ramón Palomares para niños y niñas.

  Selección de Laura Antillano. Ilustraciones de Clementina Cortés







Arroyo
               

 A Patricia Guzmán


Tiene una carrera de cola de pájaro.
Pájaro Mosca
Colibrí largo
y baila y baila sobre el trébol.
Habla como el ala de una cigarra
Dice que es Páramo
Cielo verde
Copas...
Y se va.
                       
                                             (Vuelta a casa, 1992-2006)






Ah rigor
 
      
No pues no vaya a creer Y cómo no me voy a acordar
Tanta noche con luna! Tanta guitarra! Y las ventanas perfumadas
y vos llena de lirios Y los lirios en un decir
                                         “Amor!”
Todos los árboles de la plaza Los bancos de la plaza La iglesia
los caminos
             El pozo Albor...
Oíme Oíme
           Yo siempre estoy pendiente:
        —Dónde estará Qué estará haciendo ¿Se acordará de todo?
   
            ¡Ah Rigor!
                                                             

                                 (Adiós Escuque, 1968-1974)



Mi madre llega al cielo
 
Mi madre está llegando al cielo
Qué de santos vuelan a recibirla
Quemadita, tostada, unos huesitos
Su traje medio luto ya se lo cambian y le ponen
un traje blanco adamascado.
Pobre, está sorprendida.
Abre los ojos y ve bajo su toldo
tanto dorado y tantos púrpura,
y los ángeles con sus cabellos largos
y la belleza de las vírgenes.
Ya le ponen la cena:
El pan que le partían exhala un vaho fragante
Y ya comida, arpas seráficas
pulen su tenue canto
−aunque aquí abajo nunca supo de música.

Después bañan sus manos con espliego
para el recuerdo del tiempo en que lavaba
ropa en los pozos, lejos de su casa,
−y por las desgarraduras de sus dedos
en desgranar café.
Y esas bocas y dientes tallados en luceros,
bocas de ángeles y sonrisas de vírgenes
quieren mostrarle el Paraíso,
pero ella está muy seria
y en sus ojos pequeños y de sus labios tristes
cuánto le cuesta sonreír
pues todas sus miserias y tristezas
son agujas y piedras que muelen sin descanso
y pesan demasiado
             hasta en el Paraíso.
       
                            (Vuelta a casa, 1992-2006)







Pajarito que venís tan cansado

 
Pajarito que venís tan cansado
y que te arrecostás en la piedra a beber
Decíme. ¿No sos Polimnia?
Toda la tarde estuvo mirándome desde No sé dónde
Toda la tarde
Y ahora que te veo caigo en cuenta
Venís a consolarme
Vos que siempre estuviste para consolar
Te figurás ahora un pájaro
Ah pájaro esponjadito
Mansamente en la piedra y por la yerbita te acercás
—“Yo soy Polimnia”
Y con razón que una luz de resucitados ha caído aquí mismo
Polimnia riéndote
Polimnia echándome la bendición
                     —Corazón purísimo.

Pajarito que llegas del cielo
Figuración de un alma
Ya quisiera yo meterte aquí en el pecho
darte de comer
Meterte aquí en el pecho
                        Y que te quedarás allí
lo más del corazón.

                                   (Adiós Escuque, 1968-1974)

El noche
                                       
                                            

A Oscar Sambrano Urdaneta


Aquí llega el noche
el que tiene las estrellas en las uñas,
con caminar furioso y perros entre las piernas
alzando los brazos como relámpago
abriendo los cedros
echando las ramas sobre sí,
muy lejos.
Entra como si fuera un hombre a caballo
y pasa por el zaguán
sacudiéndose la tormenta.
Y se desmonta y comienza a averiguar
y hace memoria y extiende los ojos.

Mira los pueblos que están
unos en laderas y otros agachados en los barrancos
y entra en las casas
viendo cómo están las mujeres
y repasa las iglesias por las sacristías y los campanarios
espantando cuando pisa en las escaleras.
Y se sienta sobre las piedras
averiguando sin paz.
                                    (Paisano, 1964)

 


           


 





Camosi/Keri/el joven indio maco tenía aires de lluvia/cuidaba su casa/cuidaba su aseo /sabía desterrar el comején y la langosta//Pero en el festín las mujeres tristemente excluidas/tan solo se ocupaban en servir/mientras los hombres saboreaban el mono asado/vestidos de marima/esos trajes que se encuentran ya hechos por los árboles./Los cazadores elogiaban la ligereza de su cerbatana/ su exactitud y pulidez como arma de fuego./Pero son ellas, las mujeres/las que purifican la arcilla/las que lavan y conforman a mano los grandes vasos./Allá están, atareadas con su fuego de chamarasca.

                                                          (Alegres provincias, 1988)










2 comentarios:

  1. Nunca la ternura se vistio tan bonita como en los poemas de Palomares. Nunca las palabras tristes sonaron tan risuenas como las que junto el poeta.

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  2. Gracias, querida Empera. ¡Qué hermosura de poemas! Ahora es él quien debe recibir el desayuno que le llevan los ángeles en bandeja de plata. Muy bello. Gracias.

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