José Gregorio González Márquez
Poeta José Gregorio González Márquez |
La
poesía, numen sagrado donde nace el enigma, permanece inalterable en
el espacio y tiempo. El poema se reescribe con la constancia de su
progenitor, hombre o mujer que canta no sólo lo sublime de la vida
sino que desciende hasta los lugares atemporales donde anida el
dolor. Pasiones adversas que alteran la cotidianidad del lenguaje
formal, se mueven entre los versos de un texto poético.
El
poema no acepta concesiones ni permite en su génesis el uso de
referentes que le alejen de la disposición habitual para el que fue
creado. El discurso poético posee una construcción en la que su
creador usa infinidad de licencias que le permiten acceder a los
espacios inimaginables de la vida. Cardozo (2003) dice que “La
poesía comprende la belleza, la engloba, pero va más allá de ella.
Incorpora el pensar a su naturaleza y subyuga los recursos expresivos
artísticos del lenguaje para servirse de ellos como soporte para
salir a la percepción de la mirada y del oído, a ser percibida,
sentida, intuida; a ser placer, conocimiento, misterio y
sobrecogimiento”
La
poesía no está concebida para lectura exclusiva de un determinado
grupo de personas ni para edades específicas. Es de lectura
universal y cotidiana pues con ella vivenciamos diversas
peculiaridades de la existencia.
La
escuela constituye un espacio ideal para fomentar la lectura de
poesía. En las aulas de clase, niños y niñas se interesan desde
la visión lúdica por el texto poético. Una mirada nueva nace
cuando el niño tiene ante sí, poemas que le dispensan imágenes
cuyos contenidos disfrutan sin imposiciones escolares ni presiones
pedagógicas.
La
poesía es por esencia libertad. Por lo tanto cuando se trabaje en el
aula debemos “romper con
el lenguaje pueril y moralizante, y empezar a tomar contacto con el
lenguaje poético, mucho más rico”
(Boland, 2011) En voz de Gustavo Pereira (2013)
“El poema posee una existencia propia, escapada de las manos de su
creador, y no pocas veces el gusto dominante de una época impide
valorarlo en su dimensión menos ostensible”.
José
Martí promotor de lectura:
La Edad de Oro
Martí,
el apóstol de la independencia cubana, mostró preocupación por el
acercamiento de los niños a la lectura. La Edad de Oro, Revista de
literatura trazó el camino que acercaría su visión de la
formación de los niños de nuestra América. Cuatro números de
treinta y dos páginas conforman parte de su legado para los infantes
del continente americano.
Zambrano
(1992) sostiene que en “La
Edad de Oro se rompen los esquemas tradicionales en la concepción de
una literatura para niños y jóvenes; Martí quería llevar en sus
páginas, un poco de todo cuanto aconteció en el pasado y cuyos
valores podrían ser de utilidad para los lectores de su tiempo y
acerca también en un lenguaje sencillo y claro, los adelantos
científicos, los valores culturales de otros pueblos, la vida de los
grandes hombres, todo ameno, y al mismo tiempo instructivo que puede
haber en la literatura, en las artes en la historia.”
El uso de un lenguaje diáfano y sencillo caracteriza la revista; no
existe en ella lugares que dejen un indicio
de autoritarismo e
imposición de temas que pretendan afianzar más lo pedagógico que
el mismo disfrute de la lectura.
Martí
se propuso llegar a niños y jóvenes de toda América intentando
vencer el obstáculo del analfabetismo y las concepciones educativas
que regían para finales del siglo XIX. La fluidez de su lenguaje, la
adaptación de clásicos de la literatura y el uso de la poesía
vierten el pensamiento Martiano por los ríos imperceptibles del
continente. Promocionar la lectura desde La Edad de Oro implicaba
fortalecer los vínculos entre sus lectores, utilizar las nociones de
identidad americana para llegar hasta el corazón de los niños y
así, generar un sentimiento de pertenencia que lo acompañara hasta
la vida adulta. Martí lo afirma en el primer número de la revista:
“Para los niños trabajamos, porque los niños son los que saben
querer, porque los niños son la esperanza del mundo. Y queremos que
nos quieran, y nos vean como cosa de su corazón”
Martí
siempre consideró una gran responsabilidad su trabajo para niños.
Llevar a ellos el ideario de libertad, la posibilidad de la lectura
desde la inquietud del escritor y sumar sus textos sencillos a las
vivencias cotidianas destacan la vocación literaria y humanística
que siempre le acompañó.
El
lector del trabajo martiano no un simple espectador de su escritura.
Su actuación como protagonista de las historias y poemas le permite
dinamizar la vida quizás bucólica que entonces formaban parte de la
cotidianidad. Vencer las cadenas del analfabetismo pero además,
participar en la lectura como acto libertario era propiciado desde La
Edad de Oro.
Ismaelillo:
voz y ternura para los
niños de América
Ismaelillo,
obra poética que Martí escribió para su hijo, posee la inmutable
virtud de enhebrar con fina certidumbre el amor del padre ante los
acontecimientos que le llevarán a luchar por la independencia de su
país. Este poemario, cargado de ternura y devoción, representa un
grito de libertad pues fue concebido para demostrar el sentimiento
arraigado en el corazón de un padre-poeta mientras prepara su
incorporación en las fuerzas expedicionarias que intentarán liberar
a Cuba del oprobio español.
Puede
resultar difícil escribir antes de enfrentar el destino incierto del
combate. Para Martí, hombre de ideales claros, la poesía constituye
uno de los cimientos fundamentales para liberar el pensamiento de la
servidumbre y la esclavitud política y social. Martí Decía “¿Quien
es el ignorante que mantiene que la poesía no es indispensable a los
pueblos? Hay gente de tan corta vista mental, que cree que toda la
fruta se acaba en la cáscara. La poesía, que congrega o disgrega,
que fortifica o angustia, que apuntala o derriba las almas, que da o
quita a los hombres la fe y el aliento, es más necesaria a los
pueblos que la industria misma, pues ésta les proporciona el modo de
subsistir, mientras que aquella les da el deseo y la fuerza de vida.”
Ismaelillo
convoca a la belleza,
al abrazo sublime que encaja la imagen poética en el iluminado
silencio que pervive en la nostalgia. En el poema Sueño
despierto Martí dice: /Yo
sueño con los ojos/ abiertos, y de día/ y noche siempre sueño. / Y
sobre las espumas/ del ancho mar revuelto, / y por entre las crespas/
arenas del desierto, / y del león pujante, / monarca de mi pecho, /
montado alegremente/ sobre el sumiso cuello/ un niño que me llama/
flotando siempre veo. / Hermoso
texto emblema de libertad, sortilegio que presagia el futuro
vindicado no sólo por la memoria si no también por la persistencia
onírica del poeta. El vuelo libre del sueño o tal vez duermevela,
colige olas y dunas para simbolizar el rompimiento de eslabones que
atan la tristeza e incertidumbre.
Mi
caballero es un poema
profundamente íntimo. La cercanía del amor, el afecto que acicala
al corazón y lo hace invulnerable a la distancia, la alegría de
compartir el instante, el juego que motiva risas y cantos forman
parte del imaginario de este texto. /Por
las mañanas/ mi pequeñuelo/ me despertaba/ con un gran beso/ Puesto
a horcajadas/ sobre mi pecho, / bridas forjaba/ con mis cabellos. /
Ebrio él de gozo, / de gozo yo ebrio, / me espoleaba/ mi
caballero: / ¡Qué suave espuela/ sus dos pies frescos! / ¡Cómo
reía/ mi jinetuelo! / Y yo besaba/ sus pies pequeños, / ¡Dos pies
que caben / en sólo un beso! /.
Poesía
para niños y niñas pero de cuyo disfrute no escapan los adultos;
impregnada de imágenes sugerentes; poesía para leerle a los más
pequeños, para disfrutar mientras se comparte en voz alta. La
poiesis suma de posibilidades que trasciende al infinito, marca el
límite donde la musa – acto creador - desciende hasta la
humanidad del poeta para liberarlo de sus imágenes.
Musa traviesa recorre
inconmensurables espacios, quizás señalados por la multiplicidad de
locaciones imaginadas para un viaje al interior del poema. /
¿Mi musa? Es un diablillo/ con alas de ángel. / ¡Ah, musilla
traviesa, / qué vuelo trae! / Yo suelo, caballero, / en sueños
graves, / cabalgan horas luengas/ sobre los aires. / Me entro en
nubes rosadas, / bajo a hondos mares, / y en los senos eternos/ hago
viajes. /
Ismaelillo
es un libro de poemas de
hermosa construcción. Los textos poéticos que reúne forman un
corpus y cada metáfora expresa belleza desde un lenguaje propio
para ser leído a partir de la más temprana niñez. La creación
poética de José Martí trasciende la universalidad empujada por el
soplo al velamen de las palabras.
Gabriela
Mistral y la pasión por la lectura
A
pesar de los augurios y ataques desmedidos, Gabriela Mistral, jamás
claudicó a los deseos impenitentes de sus detractores. Maestra,
oficio que amo y poeta de gran sensibilidad, legó a la humanidad una
obra cuyos vértices alcanzan confines universales. Belli (2010)
apunta “Gabriela era pues
una maestra rural, y lo era por sus cuatro lados, pues también lo
fue su padre y varios familiares más. Pero ello quedará eclipsado
gracias a su vocación por la poesía, que le cambiará la vida
enteramente.”
El
cultivo de la prosa es relevante en la Vida de Gabriela Mistral.
Aunque poco estudiada, su calidad literaria está a la altura de su
poesía. Mistral, ferviente lectora de clásicos y de la Biblia,
promociona la lectura en sus ensayos. En sus prosas dedicadas a la
pasión de leer solicita a los maestros trabajar en la búsqueda de
la consolidación del amor por la lectura. En el texto Dar un apetito
(2010) dice: “La faena a
favor del libro que corresponde cumplir a maestros y padres es la de
despertar la apetencia del libro, pasar de allí al placer del mismo
y rematar la empresa dejando un simple agrado promovido a pasión”.
Para
Gabriela Mistral, la lectura es digna de ocupar un sitio importante
en la vida del niño. Leer por placer le permitirá afianzar el
hábito y le formará para el futuro. Y no se trata de obligarlo con
fines únicamente pedagógicos, se desea sienta libertad y
esparcimiento al momento de leer. Que el niño escoja sus lecturas y
así viaje por el mundo de la fantasía y la imaginación. En el
mismo texto apunta: “Hacer
leer, como se come, todos los días, hasta que la lectura sea, como
el mirar, ejercicio natural, pero gozoso siempre. El hábito no se
adquiere si él no promete y cumple placer”
Mistral
propone que las primeras lecturas se aproximen a la oralidad, pues
considera que el relato es el puente que comunica al niño con la
literatura, con la lectura. Resulta vital acercarlos desde la
narración de cuentos al libro como ente concreto. Las primeras
letras, descubrimiento cuya saciedad se logra sólo leyendo,
representan un aluvión de grafemas que retratan acaso la realidad
circundante o un viaje milenario desde las páginas de un libro.
La
pasión por la lectura la fundamenta Mistral en el amor que tiene a
los libros. Las hojas impresas revelan un universo no sólo de
conocimientos sino de distracción sana. En Pasión
Subida dice: “
Que los ojos se vayan al papel impreso como el perro a su amor; que
el libro al igual de una cara, llame en la vitrina y haga volverse y
plantarse delante en un hechizo real; que se haga el leer un ímpetu
casi carnal.”
Maestra
con pensamiento vanguardista para la época, pregona la importancia
de mantener una actitud de respeto y tolerancia con los niños.
Dejarlos seleccionar los libros, animarlos mas no obligarlos y
jamás imponer criterios pensando en la supuesta calidad de la
lectura son postulados defendidos por Gabriela Mistral. En Paciencia
afirma: “Lo
único que importa es cuidar los comienzos: el no hastiar al recién
llegado, el no producir el bostezo o el no desalentarle por la pieza
ardua.”
En
su magisterio, se preocupó por orientar a los maestros para que no
incurrieran en acciones que alejaran a los niños de la lectura. No
es que negara el elemento pedagógico; se acercaba al consejo filial,
a la propuesta cercana para impulsar el amor por leer. Mistral asume
que: “Yerran los maestros,
que celando mucho la calidad de la lectura, la matan al imponer lo
óptimo a tirones y antes de tiempo. Debemos condescender algo o
mucho con el niño, aceptándole ciertas lecturas…”
Indudablemente,
la pasión demostrada en su prosa poética, refiere lo imperante que
era para Mistral el amor por la lectura. No se puede perder de vista
la época que vivió y los obstáculos que la sociedad imponía desde
la rigidez del sistema educativo hasta las ideas cerradas producto
del pensamiento rural que prevalecía.
Notas
bibliográficas
Belli,
C. (2010).Trechos del itinerario Mistraliano en: Gabriela Mistral en
Prosa y verso. Antología. Lima: Real Academia Española.
Boland,
E. (2011). Poesía para los
chicos. Teoría, textos, propuestas. Santa
Fe: HomoSapiens.
Cardozo,
L. (2003). Formas
estructurantes del poema lírico. Mérida:
Fondo Editorial Solar.
López
Lemus, V y Rodríguez Mondeja, H. (2004). La
voz y la letra. Estudio de literatura para pre-escolares.
La Habana: Editorial Pueblo y Educación.
Martí,
J. (2006). La Edad de Oro.
La Habana: Fondo Cultural del Alba.
Martí,
J. (2009). Nuestra América.
Ismaelillo. México:
Trillas.
Mistral,
G. (2010). Antología. Lima:
Real Academia Española.
Pereira,
G. (2013). La poesía es un
caballo luminoso. Caracas:
Fundación Editorial el perro y la rana.
Zambrano,
G. (1992). José Martí: En
Venezuela y nuestra América. Mérida:
Universidad de los Andes.
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